Aunque no es un término oficial, la palabra cosmetorexia la empezamos a escuchar con demasiada asiduidad, para referirnos al uso excesivo u obsesión por los cosméticos y los tratamientos estéticos. Un comportamiento que se está dando cada vez en edades más tempranas. Llevada al extremo, esta preocupación excesiva por la apariencia física lleva a los jóvenes ha realizar la compra y uso abusivo de los productos cosméticos, que pueden llegar a tener repercusiones en la salud física y mental.

Sin llegar tan lejos, es cierto que la tendencia skincare, tan presente en redes sociales, se ha colado en las rutinas de los adolescentes, que recurren a diario a cosméticos con activos dirigidos a prevenir las arrugas y el envejecimiento de la piel: serúms, vitamina C, ácido hialurónico, retinol… incluso crean sus propios vídeos virales mostrando y aconsejando productos.

Es cierto que la piel necesita limpieza, cuidados y constancia. A todos nos gusta lucir una piel bonita y sin imperfecciones, espinillas o granitos. Pero una cosa muy distinta es hacer un uso inapropiado de los cosméticos y cargar a nuestra dermis de exceso de productos que no necesitamos. Esta práctica, de manera diaria, puede provocar desde irritaciones a empeorar el acné, en jóvenes o provocar alergias.

Las redes sociales permiten difundir mucha información sin control, que les llega sin filtros y puede resultar confusa y perjudicial. Por eso, como profesionales de la cosmética, ante cualquier duda o patología sobre la pie, siempre recomendamos ponerse en manos de profesionales y tener un diagnóstico o asesoramiento especializado. Es importante, adaptar la rutina de higiene y cuidados de la piel a cada tipo de edad y necesidad. Y en cosmética, menos es más, y cuando más natural y libre de tóxicos sean los productos mejor para la salud de nuestra piel.

Porque, además, hay que tener en cuenta que esta fijación no solo tiene impacto no nuestra piel sino también en la planeta, impulsando al consumo compulsivo de productos.