La piel de un niño es uno de sus órganos más delicados. Al ser mucho más fina y permeable que la de los adultos, facilita la absorción de las sustancias que se aplican sobre ella aumentando el riesgo de afecciones en la piel. Por eso, es importante hidratarla a diario con cremas y jabones de ph neutro, que no contengan parabenes, perfumes, ni siliconas. En verano, las lociones a base de aceite de joboba o caléndula pueden ser dos buenos aliados ya que favorecen la hidratación y alivian las quemaduras del sol. Y para mantener a raya los insectos, son de gran utilidad las formulaciones a base de aceites esenciales de citronela, lavanda, eucalipto, geranio, espliego macho o eucalipto, entre otros.